O Rei Católico Don Felipe VI da Espanha
A despeito da triste crise de fé e moral que
abala não só a Espanha, mas todo o mundo, na tarde de domingo, 22 de junho de
2014, celebrou-se na Capela Real do Palácio da Zarzuela, Santa Missa de Ação de
Graças pela ascensão de Don Felipe VI ao Trono espanhol.
Don Felipe, ainda Príncipe das Astúrias, recebendo sua primeira Comunhão
Imagem: divulgação
Sofrendo fortes pressões da ala republicana,
comunista e socialista, o Governo optou por cumprir a risca o que manda a Carta
Magna, com relação o caráter laico da Chefia de Estado e de Governo. No
entanto, manifestando seus interesses e inclinações, Don Felipe VI se mantem
como Rei Católico e Defensor da Fé, prerrogativa a que os Soberanos da Espanha
tem direito desde a união do Reino no século XV, com o casamento dos Reis
Fernando II de Aragão e Isabel I de Castela. Ainda como forma de manifestar sua
fé e colocar seu Reino aos serviços da Santa Igreja, Don Felipe anunciou que no
próximo dia 30 fará sua primeira visita oficial como Rei da Espanha, tendo como
destino o Vaticano.
Don Felipe e Dona Letícia, em trajes formais - conforme previa o belo cerimonial pontifício, em audiência com São João Paulo II
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Don Felipe cumprimenta S.S, o Papa Francisco em Missa Solene no Vaticano
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A Rainha Letícia faz reverência ao Cardeal Arcebispo de Madri, S.E., Don Antonio María Rouco Varela
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A Santa Missa no Palácio da Zarzuela foi
celebrada pelo Arcebispo de Madri, S.E., o Cardeal Don Antonio María Rouco
Varela e pelo Arcebispo Castrense,
S.E.R. Don Juan del Río, na presença do Rei Don Felipe, da Rainha Dona Letícia,
e dos antigos Soberanos Don Juan Carlos e Dona Sofia, além de outros membros da
Casa Real Espanhola.
Ainda em 19 de junho, dia da Proclamação do
Rei Don Felipe VI, o Arcebispo de Toledo e Primaz da Espanha, em Missa Solene,
pediu orações ao novo Rei, como relata a íntegra de sua homilia (em espanhol):
Homilía del Sr.
Arzobispo en la Santa Misa en la Catedral Primada
Toledo, 19 de junio
de 2014
Mis respetos y mi
saludo a cuantos hoy celebráis en el Rito Hispano-Mozárabe la hermosa liturgia
del Santísimo Cuerpo de Cristo; el amor del Señor en este día va sobre todo
para los enfermos y mayores que conectáis con la Catedral por radio y
televisión: os tenemos presentes y oramos por vosotros. Hoy es un día grande
para España y pido oraciones por nosotros y por el Rey.
La Palabra de Dios es
muy breve en esta Misa; pero la Escritura es siempre jugosa y nos deja ese olor
a pan recién hecho, como gustaba decir san Francisco. Precisamente los
Proverbios de Salomón hablan de cómo la Sabiduría del Padre, que es el Hijo, ha
edificado su casa, ha labrado siete columnas, ha sacrificado víctimas, ha
mezclado el vino y ha preparado la mesa. Sí hermanos, Dios tiene dispuesto un
banquete, y ha enviado a sus criados a anunciar en los puntos que dominan la
ciudad: "Venid aquí los inexpertos"; y a los faltos de juicio les
dice: "Venid a comer de mi pan, a beber el vino que he mezclado; dejad la
inexperiencia y viviréis, seguid el camino de la inteligencia".
Si tuviera que
destacar en los libros de la Sagrada Escritura una imagen para expresar el amor
salvador a los hombres y mujeres, esta imagen bien podría ser la del banquete
preparado -para la boda de su Hijo se explícita en el NT- y la invitación
insistente a que todos vengan a festejar semejante alegría. ¡Qué impresionante!
Sin duda que nosotros, jóvenes siempre inexpertos e imprudentes, podemos
rechazar semejante fiesta y banquete. Pero entonces no tendremos el gozo de
quien encuentra a Cristo, ni encontraremos la vida ni el favor del Señor. Eso
sí, Cristo siempre dirá: dichosos el hombre y la mujer que me escucha. La
invitación sigue. Seguirá siempre abierta.
Nosotros, pues, no
hacemos más que recibir una tradición, que procede de Jesús, y que transmitimos
al mundo y la siguiente generación cristiana: "Que el Señor Jesucristo, en
la noche en que iba a ser entregado, tomó pan y, pronunciando la Acción de
Gracias, lo partió y dijo: Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros.
Haced esto en memoria mía. Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar,
diciendo: Este cáliz es la nueva alianza en mi sangre; haced esto cada vez que
lo bebáis, en memoria mía". Es lo que ha proclamado el lector hace breves
momentos.
Esta memoria o
memorial de Jesús no es algo trivial. Bien lo saben los que desgraciadamente
profanan la Eucaristía robando sagrarios o esparciendo formas consagradas. No.
Es la fuerza del amor de Cristo que nos urge, nos juzga y nos saca de nuestro
interés y desamor. Es el signo perenne del amor de Dios, tantas veces
desconocido, ignorado al no apreciarlo. Este Cristo es el mismo que está en el
más pobre, en el que sufre, al que nos acercamos, porque, si en este mundo no
hay caridad y atención al ser humano en su totalidad, de poco valen tantos
esfuerzos por procurar buena economía, como tampoco tanto gritar cambios
antisistema sin comenzar a cambiar personalmente ni acercarse a la realidad de
cada día.
No aprovechar la
fuerza que tiene este Cristo, pan y vino para la vida del mundo, significa no
tener en cuenta la carne que es verdadera comida y la sangre que es verdadera
comida del que ha sido enviado por el Padre de los cielos, que vive por el
Padre. Quiero decir que resolver el hambre y la sed de los hombres no termina
con solucionar problemas de necesidad humana perentoria. Sin duda esta
preocupación es muy importante; pero somos los hombres y mujeres sujetos de
muchas necesidades: los humanos somos también ansias de gozo, deseos de justicia,
ganas de belleza y armonía, búsqueda de la fraternidad. "El que me come
vivirá por mí".
A lo largo de la
historia, Jesús ha llamado siempre la atención de los humanos; desde los
discípulos de Emaús, muchos han advertido hacia aquel hombre misterioso una
extraordinaria atracción, y lo invitaron a quedarse con ellos. Jesús aceptó y
entró en su casa. Y cuando estando en la mesa bendijo el pan y lo partió, ellos
le reconocieron. Pero también reconocieron que en realidad era Él quien les
invitaba al Banquete de un pan partido para la vida del mundo.
"Roguemos para
que todo cristiano, reviviendo la experiencia de los discípulos de Emaús,
especialmente en la Misa Dominical, redescubra la gracia del encuentro
transformante con el Señor, con el Señor resucitado, que está con nosotros
siempre. Hay siempre una Palabra de Dios que nos guía en vuestra
desorientación; y un Pan partido que nos hace seguir adelante" (Papa
Francisco, Regina Coeli, 4 de mayo 2014).
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